Cientos de peluches de todos los tamaños y colores, animado por luces danzantes y por un personaje en la tarima que con micrófono en mano exhorta a la masa a participar aunque nadie entienda bien la mecánica del juego, si es que la hay.
Personalmente me parecen sacados de una película antigua. Me dan la sensación de que estos pabellones se resistieran a morir olvidados junto al walkman y quieren demostrar que también son parte de este siglo. Una escena nostálgica, como el cartel en la calle anunciando un circo con animales en su espectáculo.