Gustavo Malet

Así me bautizaron.

Nací en Colón, Panamá, de padre y madre colombianos, por lo que aprendí a caminar escuchando congo, cumbia, Tabou Combo, los Beatles, vallenato, Gardel, reggaetón cuando todavía no se llamaba reggaetón y salsa de la brava. Pero no sé bailar.

Cuando al terminar el bachillerato me enfrenté a la realidad de que en mi país era difícil ser paleontólogo -para mí no hay nada mejor que escarbar huesos bajo duras condiciones climáticas- decidí estudiar Publicidad en la Universidad de Panamá.

Tras años de recibir despiadadas clases nocturnas, de trabajar cada día para pagarme la vida, los estudios y los vicios, de fraternizar con amigos a los que no dejabas y no te dejaban trabajar o estudiar -los amigos que te quedan para el resto de la vida- y de vivir en dos apartamentos estudiantiles que fácilmente podrían haber servido para investigaciones sociológicas, sicológicas y biológicas, logré la licenciatura.

Al día siguiente de sustentar la tesis tomé un vuelo a Berlín.

Y aquí sigo. Todavía sin saber bailar, masticando eso de sentirte a veces recién llegado a pesar de los años, forjando a mis tres vástagos, caminando con cámara en mano y escribiendo algunos párrafos aleatorios.