Voz en Off:
Tu madre estaba plenamente consciente de que ya era madre, pero yo no me enteraba de qué era yo.
Llegaste, sin saber a dónde, llegaste sin saber qué te rodeaba, sin saber si quiera quién eras tú… pero en ese sentido no estabas solo, nosotros tampoco sabíamos nada de nada, y claro, teníamos tantas o más ganas de llorar que tú.
Entonces empezaste a observar, empezaste a comprender, empezaste a dormir tranquilo, y nosotros también; empezaste a moverte por tí mismo, a superar obstáculos, a subir lo que para tí eran grandes montañas, a mirar curioso más allá, hacia arriba, hasta que te levantaste con tus propias piernas, y nosotros nos levantamos contigo; gritaste por la calle de asombro, de alegría, y nosotros gritamos contigo; empezaste lentamente a comer, y terminaste devorando todo a manos llenas, salvajemente; y empezaste a hablar con nosotros utilizando frases complejas, de difícil comprensión para el ser humano promedio, pero nosotros te entendimos. Y te respondimos, en tu propio idioma.
Y sin remedio nos empujaste poco a poco a tu vorágine de hallazgos, de anarquía, de revelaciones, expediciones y conquistas, una vorágine que parece no tener fin, pero en la cual tus padres te seguiremos acompañando, tal y como lo hemos hecho durante tu primer año de vida.
Felicidades hijo.