No, no se trataba de un concierto, sino del resultado de una tormenta que sorprendió a los incautos en el Carnaval de las Culturas de Berlín. Después de que las masas buscaran refugio bajo el Hallesches Tor, incluyendo modelo y narrador, nos damos cuenta que la dichosa chamarra no está donde debería estar, víctima de la corredera, los gritos de madres llamando a los pequeños, la confusión y los pisotones, la lluvia que arrecia y el precio pagado, el sacrificio a los dioses.
Pero no sabíamos que eso pasaría. Nadie, aunque todos quisiéramos, puede saber que pasará. De saber que pasaría, Zelaya hubiera esperado a los militares con mejores prendas de vestir, procurando así un secuestro más honroso. En fin, como decía Galo, si supiera dónde se va a caer, pasaría agacha’o.
Personalmente, si lo supiera, no pasaría del todo.
4 respuestas
Te felicito por tu blog (y no me has dicho qué es un blog), en todo caso está muy sugestivo el cuento de la chamarra; tienes feeling, hijo.
JAJAJAJAJAJA man yo a los calentadores les tengo culillo!!! eso si les agradezco la labor que cumplen porque YO PENSABA QUE ME BAÑABA CON AGUA FRIA EN PANAMA!! pero al llegar a climas mas templados/erectos percibes lo que es realmente un agua fria en la ducha jajajajaja Yo quiero que hagas un cortometraje animado de esta vaina man!!! jajaja me los imagino lanzandose al suelo escapando de la explosion al mejor estilo Van Damme, Segal, Chuacheneger, etc etc etc! jajajaja
Con tus bellas palabras le armaste un monumento a mi chamarra ( nunca habrá otra igual). Y hoy que vuelvo a leer el cuento me da más nostalgia de este abrigo que tanto viajó por el mundo conmigo. Sabes escribir, quiero más de estos cuentos!
Muy lindo tu estilo Gustavo