Todo un viernes en la noche.

Estábamos callados y confundidos en el pasillo de nuestro apartamento.
 La vibración que habíamos sentido estremeció el piso entero justo cuando terminamos de cepillarnos los dientes y nos disponíamos a salir para visitar una vieja amiga.
© Gustavo Malet photography

Parado frente a la puerta me preguntaba indeciso qué había sido eso, ya que Berlín no es una ciudad, digámoslo así, asidua a temblores de origen tectónico, hasta que otro extraño sonido me sacó de mis razonamientos.

Un pitido agudo que provenía de la cocina nos fue guiando lentamente hasta que nos encontramos exactamente frente al lavaplatos y el viejo calentador de agua ubicado más arriba. Del grifo salía un hilillo inofensivo de agua acompañado por el silbido delator, cuando la pared empezó a estremecerse nuevamente.

Entonces, con la boca abierta y sin saber todavía qué carajo estaba pasando, el calentador de agua explotó.

Con reflejos desconocidos hasta ese momento, nos tiramos al suelo de la cocina y elevamos la mirada aterrorizada al calentador que  ya lanzaba llamaradas de su cuerpo de plástico.

–¡Se nos quema la puta casa! – logré soltar con voz asustada antes de que explotara por segunda vez.
Sin embargo, la violencia del segundo estallido logró romper las tuberías del calentador, haciendo que en vez de llamas, saliera ahora una catarata de agua que amenazaba con inundar el apartamento y el edificio entero si no lo deteníamos.

Teníamos que actuar rápido. Mientras mi esposa llamaba por teléfono a los bomberos y a todo el directorio de ser necesario, yo trataba de encontrar una llave de paso que nunca había sido buscada y que una vez descubierta, denotaba claramente su última manipulación cuando estaba el Muro aún en pie y claro está, se resistía a cooperar. Pisando el desbordamiento que lentamente invade el pasillo y que mi esposa trata de atajar, decido salir en busca de herramientas donde el vecino, quien ayuda al instante con el artilugio necesario más algunos comentarios subidos de tono, infundados por varias botellas de buen Merlot.  Una vez cerrada la fuente del río, solo quedaba secar el piso, desconectar toda la electricidad, y sacar al locuaz vecino antes que llegaran los bomberos.

–Hier ist die Berliner Polizei!– se escucha a través del intercomunicador. Lo que faltaba, pensé, todo un viernes en la noche.
–Pero nosotros no llamamos a la Policía, necesitamos a los bomberos – respondí en tono molesto.
–De todos modos no le molestará que echemos un vistazo, ¿verdad?  Siempre que alguien reporta un suceso con la palabra «explosión» hacemos alguna visita para verificar – nos cuentan una vez entran en el apartamento, agregando además, que nunca escucharon de un calentador de agua que explote. Lo mismo exclaman los tres bomberos que entraron después, al mirar detenidamente el aparato chamuscado y deforme.

Y lo mismo dirá el técnico al instalar el nuevo artefacto, esta vez uno que olía a nuevo, de reciente fabricación, prometiéndonos también comunicarnos los resultados de la investigación a que el viejo calentador iba a ser sometido.  La causa te la digo yo y gratis, pensé en mis adentros. Desde entonces, ninguna pared ha vuelto a vibrar, pero nunca se sabe qué puede pasar un viernes por la noche.

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10 respuestas

  1. bompirri si esa noche te ibas a tomar unos finos tragos se te jodio, y no solo la noche sino todo el fin de semana,,,,, me imagino que ese boxer quedo premiado del frenaso jajajajajjaaja

    bueno cuento compis,,, echate uno del tiempo del colegio cuando ibamos al rio jajajaaja seria bueno recordar

  2. excelente la manera narrativa sorry no puedo evitar reirme de «sacar al elocuente vecino» JAJAJJJAJJAA esos son los carnivals que te tan buiscando hasta en berlin suerte que paos antes de salir de casaaaaaaaa un besoteee a ti y a inga bye bye

  3. wao…ya sabía yo que Alexander Rivers había pasado por ti y no lo contrario….Para decir lo siguiente, se hace preciso que llame al autor por su nombre completo…. Gustavo Adolfo Malet Gordillo…..Me ha dejado usted con la boca abierta, no porque no te creyera capaz, sino algo más, no tenía idea que la escritura fuese algo que te interesara hacer.
    Resaltan para mi, además del lenguaje sencillo y de fácil disgestión, la forma tan gráfica de contar tu cuento, que hasta parece que el calentador de aguas manifestaba su ira propia, y a su modo, y hasta me pareció ver a la llave de paso, encogida de brazos, medio arrutanada negada a cooperar…..Excelente…leves detalles ortográficos……a pocos he visto hacer eso, entre ellos Saramago…..Bravo

  4. MAN…excelente narrativo INCREIBLE SUCESO
    Como asi que esos manes diske «eso nunca ha pasado…eso no es posible»…pa la vergg man…todo se puede y si te paso es porque es probable fren!
    Esos policias me sonaron como que alguien penso en «violencia domestica» jajajaja que basura con esa gente
    Cuidate y pa la próxima, después del susto, quedate xupando con el vecino que, asi empetrolao, te regala el «bebitivo» jajajja

  5. Contado de esa forma éste episodio tan trágico, pasa a ser jocoso, pero en realidad corrieron un gran riesgo. Que ésto les deje de eseñansa, que en cada nuevo domicilio, así sea temporal deben revisar la ubicación de las llaves de paso del agua y los suiches para el corte de energía. Nos alegramos de verdad que no les haya pasado nada.

    Saludos a todos, incluyendo al sobrino en camino.

    Enrique y Luz Eden

  6. SIEMPRE HE DICHO QUE HIJO DE TIGRE NACE PINTA’O, Y ESA VENA LITERARIA TENÍA QUE SALIR A FLOTE, ASÍ FUERA A LOS 31 AÑOS; MI L Y MIL FELICITACIONES, HAS ESCRITO EL PRIMER CUENTO DE UNA FORMA MAGISTRAL; ESTOY DE ACUERDO CON SHIARA CON QUE HUBO DOS ERRORES DE TILDES (NO DETECTO MÁS). SE LO ESTOY REENVIANDO A PACO, PUES ESTO HAY QUE CELEBRARLO. UN ABRAZO PARA LOS «TRES».

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